Alberto Martin Manzano
Biografía de Alberto Martin Manzano
ALBERTO MARTÍN MANZANO
Describir al maestro de música, escritor, poeta y fervoroso amante del arte, la música, la belleza y el humor, es ardua tarea para quienes lo han conocido; por ello, y haciendo economía de nuestras pobres fuerzas, dejamos que él mismo nos cuente su vida y sus hazañas, literarias, teatrales y musicales.
Nos habla D. Alberto Martín, director que lo fue de la Banda de Música de Vilamarxant, durante el largo período 1912-1940.
MIS NOTAS BIOGRÁFICAS
“Nací en Valencia, el 7 de julio de 1893; en la calle Adressadors, casa n.º 22, 2.º (desaparecida ya); de padre malagueño y madre zamorana.
Comencé los estudios de solfeo en la escuela municipal de don Manuel Penella (padre), cuando tenía 7 años. Durante los 6 en que fui alumno de dicha escuela, formé parte de los coros infantiles que, por aquel entonces…”
…actuaban con las compañías de ópera y zarzuela, en los teatros valencianos: Principal, Princesa, Apolo y Ruzafa, amén del veraniego Pizarro, hace muchos años desaparecido. Tal circunstancia hizo que se despertase en mi espíritu la afición por el arte de Talía.
Más tarde, estudié el clarinete con don Pedro Rubio, profesor de la Banda Municipal de Valencia, creada en el año de 1903. Fueron varios mis maestros de armonía, entre los cuales cabe destacar a don Juan Aniorte, flauta, músico de primera en la Banda del Regimiento de Mallorca nº 13.
Estudié la composición con don Pedro Sosa, profesor del Conservatorio de Valencia, y cursé tres años de piano con don Julián Palanca, cuando éste dirigía la Banda Primitiva de Liria. Fui músico en algunas bandas de la capital levantina, y subdirector en una de ellas: “La Artística”, dirigiendo la misma en algunos conciertos, durante la Exposición Regional Valenciana de 1909.
En el año 1912 fui nombrado director efectivo de la Banda “La Lealtad”, de Villamarchante, en cuya población contraje matrimonio y nacieron mis cinco hijos.
Al frente de la citada banda, y en diversos certámenes, obtuve los siguientes premios:
Primero, sección única, en Benaguacil (1915).
Segundo, sección segunda, en Valencia (1916).
Primero, sección segunda, en Valencia (1918).
Segundo, sección igual, en Valencia (1920).
Posteriormente obtuve otros premios, con la misma banda y en idéntico certamen, cuyos años no recuerdo, toda vez que los correspondientes diplomas acreditativos desaparecieron durante nuestra guerra de liberación.
En el año 1930 concurrí a otros tres certámenes con la repetida banda, que tuvieron lugar en Carcagente, Liria y Utiel respectivamente, obteniendo el segundo premio en cada uno de dichos concursos.
Durante los 28 años que permanecí en Villamarchante, aparte de dirigir su banda de música, organicé un cuadro artístico teatral que, bajo mi propia dirección, representó muchas zarzuelas, comedias, dramas y piezas en valenciano.
También organicé una comisión denominada “El Director Fallero”, al frente de la cual, y desde el año 1918 hasta el de 1935 inclusive, fueron construidas, plantadas y quemadas doce fallas en periodos alternos; siendo Villamarchante el primer pueblo de la provincia que estableció tan típica y famosa fiesta valenciana dentro del ambiente rural.
Huelga decir que los oportunos llibrets explicativos de tales fallas estuvieron a mi cargo. Uno de los jalones más importantes de mi larga estancia en Villamarchante lo constituye el haber sido fundador de su prestigiosa entidad: “Unión Artístico Musical”.
En el año 1940 me trasladé a Pedralba para asumir la dirección de su banda, la Sociedad Musical “La Popular”, un tanto desorganizada por aquel entonces. Al frente de la misma obtuve los siguientes premios:
Primero, sección segunda, en Liria (1943).
Mención honorífica, sección primera, en la misma ciudad (1945).
Segundo bis y otro segundo, sección única, ambos en Buñol (1945 y 1947).
Primero, sección segunda, en Benaguacil (1947).
Segundo, sección segunda, en Godella (1954).
Primero bis, sección única, en Puebla de Vallbona (1966).
Accidentalmente he dirigido las siguientes bandas: Municipales de Ribarroja y Chiva, “La Artística” de Buñol y una fracción de “La Primitiva” de Liria (denominada “El Corral”), durante el corto período de tiempo en que la misma estuvo dividida.
Mis composiciones musicales (para banda) son: varios pasodobles, marchas de procesión y fúnebres, algunas piezas de concierto, obligadas para diversos instrumentos; los himnos de Villamarchante y Pedralba; otro himno para la coronación pontificia de La Purísima, en Pedralba, y una cántiga dedicada a la Virgen de Luján, patrona de la República Argentina.
Para órgano y voces mixtas, compuse una misa solemne, titulada “Mater Dolorosa”; dos Aves Marías, a solo y coro; y varios villancicos de Navidad.
En cuanto a mi producción teatral se refiere, en lengua vernácula, escribí las siguientes piezas:
“Baix la figuera!”, “Pilar i Micalet”, “Lloroneta”, “El dolçainer de la falla”, “El quixal del enteniment”, “Diumenge de Rams”, “La festa del treball”, “Entre sebes” y “Taronges de Corbera”; estas dos últimas con música.
En castellano, mis obritas son: “Sol sin Luz” (zarzuela infantil), “Encuentro feliz” y “Fotos al minuto”, juguetes cómicos en un acto.
También recuerdo haber escrito bastantes apropósitos para veladas o funciones a beneficio de los Festivales Musicales Pedralbinos.
Finalmente, y como complemento de mis aficiones literarias, tengo escritas unas “Fábulas Musicales”, versificadas, y una infinidad de composiciones poéticas (en valenciano y castellano), que andan desperdigadas por Villamarchante y Pedralba.
Fue en 1912 cuando firma contrato con la Banda de Música “La Lealtad”, con una remuneración (sueldo) de setenta pesetas al mes, que le permitían vivir, siendo el soltero más solicitado de la villa, rodeado de jóvenes de ambos sexos con los que promovió y realizó cuantiosas obras.
Siendo el día 19 de noviembre de 1921 cuando contrajo nupcias, en vísperas de las Fiestas Patronales locales, las que hasta 1967 tenían lugar en la tercera decena de noviembre.
Estos nueve años de soltería fueron para Alberto de los más deseados (por los jóvenes de la época), pese a tener por en medio la primera guerra europea o mundial, en la que España no tomó parte activa en la contienda.
Hecho que no fue óbice para que el prohombre de Villamarchante, Fernando Gil Trilles, consiguiera aumentar considerablemente sus actividades comerciales, que le resultaron muy lucrativas, llegando a alcanzar altos tramos en la capital del Turia.
Tónico, hijo e hijas del médico Gómez Arnés, Huaques, Montesinos, Tarín, Rita, Mileta, Fina, Pepet, etc., formaron un elenco de categoría.
Tres cuestiones cabe destacar en el personaje cuyos rasgos comentamos someramente:
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Sus cualidades artísticas, cultivadas en su infancia y que dieron buenos resultados. Tanto alumno aventajado como artista consumado.
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El acoso, a la manera de los tiempos de que era objeto el joven director, tan apuesto él, por parte de las jóvenes (en estado de merecer) que lo admiraban y se lo disputaban, siendo Juanita la que se llevó “el gato al agua”. (Chuaneta Caurín).
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La influencia social, no exenta de tintes políticos, que arrancan el día que firmó su contrato con “La Lealtad”. La lectura de autores valencianos —Blasco Ibáñez, Bernat y Baldoví, Pérez Galdós, etc.— lo llevó a trabajar sobre costumbres locales y regionales, y una cuarta que llamaremos “perfiles”, que iremos introduciendo donde pensemos que sea adecuada.
La primera de estas cuestiones queda un tanto explicada en la autobiografía que nos proporcionó —en su día— el interesado y que consta en este trabajo.
La segunda, difícil de exponer ahora (setenta años más tarde), sí fácil de entender en la distancia y con los amplios cambios en las costumbres. Alberto no tenía en Valencia amigos con los que intimar, ni hermanos con los que compartir intimidades personales propias de la edad, lo que sí tenía en la villa, por lo que creció al ritmo de las circunstancias.
Entre el elenco que lo rodeaba, Juanita podía brindarle lo que su juventud necesitaba: por su carácter abierto, cariñosa, deseaba ser desposada por un hombre distinto a los que la rodeaban, ya que no le resultaban atractivos los jóvenes rudos con los que no se podía hablar más que de la tierra, ganados, cosechas (buenas o malas), o de los cambios atmosféricos, ya propicios o adversos.
Ella, con sus cuatro hermanos varones entregados al duro trabajo del campo, y dos hermanas dedicadas plenamente a las pesadas labores de la casa, buscaba en su mente elevada y juveniles sueños un marido como Alberto, lo que le causó no pocos disgustos, tanto de familiares como de amigas, y también de “arregladores” de los que tantas había, lo que la inducía a estar cada día más enamorada del joven artista.
La tercera, compleja como lo es la política en enclaves socioeconómicos en los medios rurales formados por grupos de labradores que tan solo piensan en los bancales y “les collites”, con el resultado de “dels quens que s’a replegaven”.
Quien no trabajaba duro en la tierra era, para ellos, un holgazán, parásito de la vida, chupóptero del sudor ajeno.
El día que Alberto firmó su contrato con el presidente de “La Lealtad”, quedó prendido en el complejo tejido político del partido que patrocinaba la Banda de Música con fines de captación de votos, siendo causa de que su libertad quedase sujeta en contraste con su alma de artista libre, pensador y actor.
Con la andadura de los años, ese contraste de subordinación a disgusto marcó al joven “maestro”, y veremos que a través de sus versos va dejando impreso su carácter en la larga y dura lucha.
La encantadora Chuaneta tenía cautivado al artista y ganadas las batallas familiares, rompiendo las cuerdas de la costumbre de ser desposada con un labrador, lo que de rechazo también afectó a las amigas y a los admiradores que la pretendían.
Soportando todo ello, la deliciosa Juanita, hija de Rafael y de Juana, superó las dificultades que, al vencerlas, fortalecieron su profundo deseo de casarse con el músico.
Se dice —y en ello hay mucho de cierto— que un hombre triunfa en la vida (socialmente hablando) si tras él hay una mujer que lo quiere, lo cuida, disculpa ciertas actitudes y administra bien la economía doméstica. En este matrimonio diése el caso: Juanita pasó como amante esposa y ejemplar madre.
El tiempo pasa implacable y Alberto, con sus 28 años, necesita regularizar su situación familiar, y de otra parte Juanita, con sus 24 años, ya está lo suficientemente madura. Por lo que, vencidos los problemas sociales y económicos, el día 19 de noviembre de 1921, en la Iglesia Parroquial de Villamarchante, Alberto Martín Manzano y Juana Caurín Gil contrajeron matrimonio canónico y civil (art. 77 del Código Civil vigente), estando presente en la ceremonia religiosa el juez municipal, a la sazón don Sebastián Zamora Rodrigo, amigo de sus padres y terrateniente.
Los padres de la desposada, Rafael Caurín García y Juana Gil Golfe, rodeados de la élite local y aplaudidos por la población entera, hicieron de ese día una de las fiestas más celebradas en la villa.
El terrateniente Caurín, cuyo apellido lleva la calle más larga del pueblo, cruzándola de norte a sur, “justifica” ante todos que su hija mayor se case con un músico, sin hacienda y con escasas (para aquellos tiempos) posibilidades de mantener esposa.
Fueron testigos de excepción Fernando Gil Trilles (el més ric del poble), vecino de Valencia, y Nicolás Ferrandis Veses (el tío Colás), siendo celebrante eclesiástico el Rvdo. José Calvo Solanes, párroco.
Los recién casados ocuparon la casa número 1 de la calle San Blas, en la que nació la primera hija del matrimonio, María Luisa.
Fueron cinco los hijos que hubo del connubio:
María Luisa, Alberto, Fernando, María Luz y Coral.
De ellos, quien artísticamente ha destacado a nivel internacional es Fernando Martín Vargas, bailarín y coreógrafo que ha alcanzado altas cotas, proclamando sin reservas su condición de hijo de Villamarchant.
Cinco hijos que para Chuaneta fueron corona de gloria y fragua en la que se templó día tras día, influyendo poderosamente en su marido, entregado por entero a sus pláticas poéticas, glosas, églogas, llibrets de falles, comedias y composiciones musicales (dentro y fuera de la población).
Dejó nota escrita de los acontecimientos más destacados de la vida local.
Siendo Alberto, para Vilamarxant, casi lo que fue Benito Pérez Galdós para Madrid, destacándose entre sus publicaciones las obras “Entre sebes” y “Estampes vives”.
Alberto Martín
Pedralba, mayo de 1971
Pagina web monográfica sobre la vida y obra de Alberto Martín Manzano
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